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Niños y pandemia: aumentaron las emergencias de salud mental y los ingresos a hogares de acogida

Relevamientos realizados por las CDC de EEUU y diversas ONG advirtieron que la pandemia afectó los servicios de salud para niños que sufren falta de contención familiar, con un alto costo emocional y mental

CIENCIA - INFOBAE

Entre las víctimas invisibles de los estragos de COVID-19 se encuentran las legiones de niños adoptivos para quienes los servicios básicos y el apoyo fueron suspendidos durante meses (Getty Images)


La pandemia ha dejado otras víctimas que los investigadores empiezan a descubrir a medida que avanzan en sus exploraciones. Más allá de la pérdida escolar, la ausencia de contacto social, la carencia de contención de la familia ampliada en la totalidad de la población infantil mundial, empiezan a vislumbrarse deterioros aledaños en infancias particulares que se visibilizan a partir de estudios y conclusiones. Por ejemplo, el Consejo de Europa, entidad perteneciente a la Unión Europea, ha emitido un documento que pone el acento sobre la ausencia o reducción de la protección de los niños en situación de marginalidad familiar, especialmente los huérfanos anteriores, los que emergieron por la pandemia, aquellos que se vieron en situación de abandono por enfermedad de sus cuidadores o quienes ya en una entidad de acogida, vieron mermados o impactados su derechos.


Human Rights, entidad sin fines de lucro a nivel global, emitió un informe que han replicado decenas de entidades regionales y locales en distintos lugares del mundo, en el que indicó que la pérdida generalizada de empleos e ingresos y la inseguridad económica entre las familias aumenten las tasas de trabajo infantil, explotación sexual, embarazo adolescente y matrimonio infantil. El estrés en las familias, en particular las que vivieron bajo cuarentenas y encierros, ha aumentando la incidencia de la violencia doméstica.


Vanessa Brunetta no tuvo hogar. A los ocho años, la habían colocado en un hogar de acogida; en ese primer año, fue trasladada a través de cuatro hogares diferentes. En la escuela secundaria, el número había aumentado a ocho.


A pesar de todo, y de sentirse “invisible, inaudible y sin importancia”, como ella misma se define, obtuvo un promedio de calificaciones extraordinarias en The Bishop’s School, una de las escuelas secundarias privadas más prestigiosas de San Diego, y la admisión a la Universidad de California, Los Ángeles, la entidad con más solicitudes de ingreso en los Estados Unidos. Su graduación de Bishop’s iba a ser una auténtica celebración.



Las entidades que desarrollan estudios sobre la pérdida de seguimiento a los niños en situación de violencia tienen un desarrollo menor en ambientes de mayor riesgo (Getty Images)


Excepto, por supuesto, que esta historia tiene lugar durante la era de COVID-19. Resultó que no hubo ceremonia, no hubo oportunidad de cruzar el escenario para que su familia adoptiva de los últimos tres años, a quien Vanessa había llegado a amar mucho, la viera. En una vida de caos, incluso una pequeña porción de normalidad no iba a ser posible.


Entre las víctimas invisibles de los estragos de COVID-19 se encuentran las legiones de niños adoptivos para quienes los servicios básicos y el apoyo fueron suspendidos durante meses. Se dejaron de lado las cuestiones financieras, emocionales, educativas, sociales e incluso algunas cuestiones básicas de vivienda; el propio sistema de cuidado de crianza se vio abrumado por cierres de tribunales y retrasos relacionados con virus. El cuidado de la salud mental, tan crítico para los niños pequeños dentro de estos esquemas, se limitaba a menudo a llamadas o reuniones de Zoom. La incertidumbre sobre el futuro, siempre una realidad en el sistema, se convirtió en la moneda del reino.

Chicago vio un aumento del 33% en la cantidad de niños que ingresaron al cuidado de crianza. Mientras tanto, estados como California, Kansas y Florida notaron una disminución en los informes de abuso infantil. Un informe de los CDC también señaló menos visitas al departamento de emergencias relacionadas con el abuso infantil durante la pandemia. “No es que esté sucediendo menos -afirmó en este marco Moisés Barón, director ejecutivo del Centro para Niños de San Diego-. Es solo que se perdieron las supervisiones que interactúan con los jóvenes”. Allí se ha experimentado una disminución de aproximadamente un 10% en la cantidad de niños que ingresan en hogares desde julio del año pasado, según Stephen Moore, director de programas de Voices for Children, una organización sin fines de lucro que apoya a pequeños en estas situaciones. Para algunos expertos, esa es una indicación directa de que el abuso en el hogar no se ha denunciado durante el reinado de COVID-19. Un análisis de datos de Associated Press encontró que se reportaron 200.000 investigaciones menos de abuso y negligencia infantil durante la pandemia, una reducción del 18% con respecto al 2019.


“Se espera que esos números aumenten -indica Moore, a medida que los niños vayan regresando a la escuela y se involucren más con los acompañantes oficiales, los maestros, entrenadores y terapeutas que están legalmente obligados a denunciar el abuso”. Se ha demostrado que la inseguridad financiera en las familias está asociada con el abuso.